Clavija de la granada, el seguro.

(Segundos después hace un sonido apagado y gracioso "¡plop!")

Mueres.

Si te preguntabas a dónde iba la señora embarazada...
 -Ella se bajó en el seguro.

Sal solecito, caliéntame un poquito.

A veces le agradezco al viento que se fume parte de mi cigarro.
Ya no sé que hago sentada en esta esquina.
-Escribiendo.


¿Sabes cuál es la ventana del alma?
-La boca.

Inocencia

-Mamá, ¿qué es el diablo?

-Es eso que tienes dentro que nunca va a materializarse.

Hoy todos escogimos la misma combi. 

-¿Quiénes?

-Los acongojados.

Hasta que una sonrisa con boca subió muy feliz y todos regresamos del trance de nuestros problemas.

Dijo:

¿Hace cuánto que estás sola?

Me hundo en la hamaca.

Mi gato no deja de maullar, como diciéndome que nos falta arreglar el desorden que hay en el cuarto,
que al menos pase la escoba, como diciendo que también le falta amor.

Me pesa el corazón. 

No te mires triste en el espejo, sólo te estás cepillando, ni cuando mires al techo al hacer gárgaras, duérmete ya.


El humo se detiene sobre mi cabeza, más arriba el tiempo ha de pararse. 

Parpadea en el cielo una estrella que se llama avión, viajando, enviando a gente, para que cuando lleguen a su destino se sientan fuera de lugar.

Como meter una botella al frío. 

Todo ese sexo cavernícola que estabas teniendo, vio el  rock.
Colillas de cigarro, las botellas de alcohol vacías y media vacías.
El desorden en tu cuarto.

-¿Lo vas a rentar?
-Sí, vivo en el de abajo.

-Por las mañanas se encierra el frío aquí, toca la pared, se enfría. 

No pude evitar verle los senos a esa mujer.

-No te culpo, casi te los restregó en la cara.