No mires el árbol sembrado ahí, no mires a través de la ventana como tratando de perder la mirada en el horizonte. No veas entre las rejillas de la ventana y luego dejes de mirar de golpe. No mires nada, no te pierdas en el recuerdo y uses la casa de enfrente como barrera y pienses que no puedes ir más allá.
No cambies las manos de lugar, primero las entrelazas, luego las dejas sueltas, no voltees a ver los dedos y trates de encontrar la medida exacta de tus uñas.
Te diría que no salgas de tu casa y camines derecho a la casa de enfrente.
Toca la puerta, porque no te dije nada.
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